Ecuador adopta el ‘noboísmo’ como respuesta a la violencia
Luego de que el mes pasado el presidente de Ecuador declarara la guerra a las bandas criminales, soldados con rifles de asalto han inundado las calles de Guayaquil, una ciudad de la costa Pacífico que ha estado en el epicentro de la espiral de violencia del país, un fenómeno que ya lleva algunos años.
De los buses y los autos hacen bajar a los hombres, en busca de drogas, armas y tatuajes de pandillas. Patrullan las calles para hacer cumplir un toque de queda nocturno. La ciudad está ansiosa, sus hombres y jóvenes son posibles objetivos de soldados y oficiales de policía que tienen la orden de derribar a las poderosas bandas que se han aliado con los carteles internacionales para convertir a Ecuador en un centro del comercio mundial de drogas.
No obstante, cuando los soldados pasan, mucha gente aplaude o les muestra el dedo pulgar en señal de aprobación. “La mano dura la aplaudimos, la celebramos”, dijo Aquiles Alvarez, alcalde de Guayaquil. “Ha ayudado a tener paz en las calles”.
Hubo secuestro de policías, detonación de explosivos y, en un episodio emitido en vivo, una decena de hombres armados tomaron una televisora importante.
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, declaró la existencia de un conflicto armado interno, una medida extraordinaria para cuando el Estado es atacado por un grupo armado. Desplegó tropas contra las bandas que han tomado gran parte de Ecuador en su lucha por controlar las rutas de tráfico de cocaína y han transformado uno de los países más pacíficos de Sudamérica en uno de los más mortíferos.