Crisis en Ecuador: la lotería electoral que abrió la “muerte cruzada” y que deja más cerca el sueño de Rafael Correa
El primer punto del plan se cumplió con creces, al socavar la presidencia de Guillermo Lasso hasta conseguir que ejecutara la “muerte cruzada”, con la consiguiente convocatoria de elecciones para definir al nuevo mandatario. La sorprendente victoria de Lasso en el ballottage de 2021, cuando consiguió pasar a segunda vuelta por un escaso 0,36% de los votos por encima del candidato indígena, Yaku Pérez, echó por tierra el diseño político puesto en marcha por Correa.
Pero el ahora líder opositor aprovechó muy pronto la ventana que le abrió la ruptura entre el oficialismo y el Partido Social Cristiano (PSC), partido populista de derecha con el que selló la alianza contra natura que empujó el juicio político contra el presidente ecuatoriano.
“Lasso no conseguía los votos y recurrió a la única bala que le quedaba. Las demandas excedieron lo que el gobierno podía ofrecer. Parece que incluso los asambleístas aliados presionaban con exigencias demasiado exageradas, por lo que Lasso prefirió optar por la posibilidad de supervivencia en lugar de la certeza de su decisión”, señaló a LA NACION el politólogo John Polga-Hecimovich.
“Ahora mismo no se sabe quién será el elegido, pero será cualquiera que facilite su retorno. Es la pregunta del millón, el líder tendrá la última palabra”, añade el internacionalista Michel Levi, coordinador del Centro Andino de Asuntos Internacionales.
Base de poder
Correa ya dispone de una poderosa base de poder político, con la mayor y más sólida bancada (47 diputados), con los nuevos poderes políticos locales en Quito y Guayaquil y con tentáculos desplegados en el Poder Judicial.
La estrategia pasa por blanquear el pasado de este prófugo de la Justicia ecuatoriana, condenado a ocho años de cárcel por corrupción. Además, Correa funge como uno de los principales asesores del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y fue una de las estrellas televisivas del canal del líder ruso, Vladimir Putin, en América Latina.
En el bloque gubernamental se sueña con que los decretos económicos hagan olvidar en sólo tres meses los dos años de deriva ejecutiva del presidente ecuatoriano, que no ha tomado todavía la decisión de si se presentará o no a las elecciones.
Las encuestas le son poco halagüeñas a Lasso y el antecedente del referéndum de febrero pasado, donde perdió en todas las preguntas incluso en las de materia de seguridad, también dificultan ese escenario.
“Si vamos a elecciones, vamos a aplastarlo en las urnas”, vaticinó Correa ante la posibilidad de un duelo directo entre el candidato que decida y su gran enemigo.
“Creo que debe asentarse más el polvo para mirar con mayor claridad las opciones. Por lo pronto, se perfilan algunas autocandidaturas a la presidencia. Hay bastantes que querrán pescar a río revuelto, sobre todo los asambleístas. Nos enfrentamos a un periodo de bastante confusión en el que todos los que quieren el poder “a toda costa” van a buscar los medios para obtenerlo”, constata Levi.
Henry Cucalón, ministro de gobierno, y el exvicepresidente Otto Sonnenholzner suenan en el lado gubernamental, mientras en el correísmo parece descartado Andrés Arauz, el perdedor frente a Lasso, que demostró muchas debilidades en campaña.
Al margen de los abanderados del correísmo y del oficialismo, ya aparecen otros nombres en la quiniela electoral. El primero en proponer su candidatura es el diputado y periodista Fernando Villavicencio, que presidió la comisión del juicio político. Se trata de un enemigo histórico de Correa.
En el bando indígena está por ver si el radical Leónidas Iza será capaz de convencer a la mayoría del movimiento en medio de la batalla interna. Yaku Pérez no descarta su candidatura al frente del movimiento Somos Agua.